que azul y cálido guarda,
mis mas remotos secretos,
y en el jardín de mi alma,
sopla el viento del recuerdo.
La suavidad de las flores,
el roció de la mañana,
y ese olor al despertar
de leche recién ordeñada.
El sentir del campesino
empieza bien de mañana
con el kikiriki del gallo
que despierta mi añoranza,
aire q sopla del campo
mueve el maizal de mis plantas.
Mi manga grande y frondosa,
que da frutos deliciosos,
tan dulces como la miel,
tan rojos como el tomate,
aquel que comía mi abuela
por el huerto al levantarse.
El cardenal de mis sueños,
todas las noches me hablaba
contaba las aventuras
que en el campo atravesaba.
Acostaba en mi petate
rendida, yo divagaba
con el soñar de los grillos
ya no me perturbaba.
Al otro día muy temprano
desperté rápidamente
y mi corazón dichoso
me latía velozmente.
Tanto, tanto que sentía,
que se me salia del pecho
y viendo mis vacas, mi huerto y mi amigo el cardenal,
yo pensé que de mi campos
nunca me iba a alejar.
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